Y bajo estas premisas habría que contextualizar el fútbol de los niños durante varias décadas. Fútbol que progresivamente asciende de nivel hasta llegar a su máximo exponente: el profesionalismo y su visionado tanto en los estadios como a través de la televisión.
En la pequeña sociedad caspolina y en los últimos cien años, siempre ha habido un espejo en el que todos han podido mirarse. El Club Deportivo Caspe ha significado ese faro que ha convivido con otros compañeros de viaje (ciclismo, boxeo, automovilismo, pesca… como más lejanos, y baloncesto, balonmano, tenis, sala, rítmica, patinaje… como más cercanos) y que ha congregado afición de todas las edades, en las gradas y sobre el campo.
En la actualidad los medios han mejorado mucho y se ha estandarizado el césped artificial, las indumentarias, desplazamientos, entrenadores, árbitros y un engranaje que permite competir en torneos y campeonatos federados.
Pero hoy queremos dejar constancia, con esta postal, de ese otro mundo del fútbol al que muchos hayamos pertenecido y por el que, posiblemente, transitáramos sin percatarnos. Sirva esta imagen como testigo, aunque cualquier otra también podría haber servido, para identificar la raíz del juego.